'Marchakra' nacional

El pasado domingo, cientos de miles de personas nos manifestamos en todo México para decirle al gobierno de AMLO que ¡el voto no se toca!, y a la Suprema Corte de Justicia -último bastión y poder independiente que nos queda a los ciudadanos para evitar la destrucción de la democracia- que haga su trabajo, que no se deje amedrentar por un Presidente autoritario que pasará a la historia no como un prócer de la patria, como él mismo quisiera y se asume, sino como un destructor de la democracia y como un populista corrupto asociado a la delincuencia organizada y cuyo epitafio político ha quedado ya perfectamente redactado en una sola palabra, la de "narco-Presidente".

No importa si fueron 100, 500 o 700 mil personas las que marcharon y llenaron una vez más el Zócalo, la energía que se sintió en todo el país y las emociones ciudadanas que de esta marcha emanaron descubrieron lo que en términos hinduistas llamaría como el "chakra" nacional o "chakra" de la oposición, un centro de energía democrática situado en este caso no en alguna parte del cuerpo humano, sino en el "corazón" de México.

Cuando le preguntaron al Presidente su opinión acerca de esta marcha, su respuesta fue no solo burlona, sino ofensiva para todos los ciudadanos que pacífica y voluntariamente ejercimos nuestro derecho a manifestarnos, diciendo que "estuvo conformada por personas que antes se beneficiaban con los gobiernos corruptos (...) que se disfrazan de demócratas y violan los derechos del pueblo (...) que ejecutaban fraudes electorales".

Se burló además de que nos refiramos a la democracia mexicana como "nuestra democracia", diciendo que la democracia nuestra es solo un "parapeto" de la oligarquía corrupta que excluye al pueblo, porque para él, la condición que define quién es parte del "pueblo" y quién no, se llama pobreza.

Para él las clases medias y altas son, por definición, corruptas y oligárquicas. No hay manera de superarse sin corromperse, excepto, por supuesto, si se trata de su familia o de personajes poderosos que le apoyan.

Para él hay dos tipos de democracia: una racista y oligárquica que excluye a los pobres y que si gana elecciones es por fraude, y la suya, que incluye solo a la parte pobre del pueblo, y respeta la democracia siempre y cuando los resultados le favorezcan. Se le olvida, convenientemente, que la institución electoral que en su momento le dio el triunfo a Fox, a Calderón y a Peña Nieto, fue la misma que le dio el triunfo a él en el 2018. Y se le olvida, porque no está dispuesto a aceptar que, en las próximas elecciones, esa misma institución pudiera darle el triunfo a la oposición, si fuese el caso.

Si su partido gana, hay democracia, si pierde hay fraude y las instituciones democráticas otrora honestas se convierten de repente en corruptas, al servicio de la oligarquía.

Pues no, señor Presidente. Los que nos manifestamos para defender la democracia, la de todos, la única que existe y cuyas reglas y principios son universales y no cambian si usted o nosotros la defendemos, no somos ni racistas, ni corruptos ni oligarcas excluyentes del pueblo, al cual, por cierto, pertenecemos todos los ciudadanos de este país, independientemente de nuestra condición económica o color de piel.

Si hay alguien racista es el Presidente, quien todos los días discrimina, desprecia, insulta y da trato despectivo a los mexicanos más educados, a las clases medias y altas que se han superado con base en esfuerzo y trabajo honesto, y en general a los más "güeros", por así decirlo.

Si hay corruptos que se beneficiaron de gobiernos pasados (y del suyo como sin duda los hay), su obligación no es solo suponerlo o afirmarlo sin pruebas, sino demostrarlo y aplicar la ley.

Lo que esta marcha dejó ver claro no fueron deseos de unos cuantos por mantener privilegios ignorando las condiciones de vida de la parte pobre del pueblo, sino el descontento, rechazo y fundada preocupación de millones de mexicanos por los repetidos intentos para modificar la Constitución, destruir las instituciones democráticas y la autonomía del Poder Judicial; por el obvio contubernio que hay entre el gobierno y el crimen organizado y por las continuas, indebidas e ilegales intervenciones del Presidente en las campañas electorales... entre tantas otras cosas más.

"Sentir supera el ver, oír o decir".

Yo