Animales de Soporte Emocional
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Mientras esperaba el abordaje en la puerta del avión, los familiares que acompañaban a una elegante señora en silla de ruedas comentaron a la aeromoza que traía un "esguince" en un tobillo y no podía apoyarse en ese pie.​Lo curioso no era eso, sino que venía acompañada de un perro que caminaba a su lado.

​Los que íbamos atrás vimos como el perro abordaba el avión como si fuese un pasajero más y nos comenzamos a preguntar, si eso estaba permitido.

​La aeromoza nos dijo que la aerolínea permite animales de

"soporte emocional" a bordo y sin jaula.

​Mmm.... fue lo que todos los presentes nos dijimos con la mirada.

​No me quise quedar con la duda, y me puse a investigar.

Primero encontré que Aeroméxico ( y muchas líneas aéreas internacionales) permite a bordo de sus aviones lo que se conoce como Animales de Servicio, definiéndolos como "cualquier animal que haya sido individualmente adiestrado o sea capaz de proveer ayuda a una persona con una discapacidad, o que es necesario para el bienestar emocional de un Cliente", acotando que "la transportación de animales en cabina de Clientes está permitida solo en los casos de perro “Lazarillo” y otros animales de servicio".

​El tema era ahora averiguar qué animales entran en la categoría de “otros” animales de servicio, y encontré que los animales de soporte emocional o de terapia, no entran en ésta clasificación.

  La ADA (Americans with Disabilities Act) basada en las leyes federales de los Estados Unidos que establecen los derechos de una persona que requiere los servicios de un animal, define como Animal de Servicio a un perro que ha sido individualmente entrenado para trabajar y realizar actividades para el beneficio de una persona con alguna discapacidad, incluyendo en ellas discapacidades físicas, sensoriales, psiquiátricas, intelectuales o mentales.

​Y el capítulo II y III de la ADA, específicamente dice que “los Animales de Soporte Emocional, de confort, o perros de terapia, no son considerados animales de servicio”.

 ​Ejemplos de animales que sí son de servicio son: los perros guía (Lazarillos); Los perros-oído o perros de señal; Perros de señal sensorial, para ayudar a personas con autismo, que avisan al manejador cuando éste manifiesta movimientos repetitivos (Ej: aleteo de manos); Perros para ayudar a una persona con trastornos convulsivos, y que van a pedir ayuda; o perros de servicio psiquiátrico que ayudan a detectar el inicio de episodios psiquiátricos y aminorar sus efectos, encendiendo luces para las personas con trastorno de estrés postraumático, hasta interceptando la automutilación de las personas con trastornos de identidad disociativos.

​Algunos dirán que el perrito de la señora del avión entraría en esta última categoría, sin embargo los animales de apoyo emocional, de confort o de terapia que forman parte de un plan de tratamiento médico, no se consideran animales de servicio bajo la ADA. Además de que solo operan en entornos que no son de emergencia.

​Estos animales de apoyo proporcionan compañía, alivian la soledad y a veces ayudan con la depresión, la ansiedad y ciertas fobias, pero no tienen entrenamiento especial para llevar a cabo tareas que ayudan a personas con discapacidades, por lo que no califican para viajar dentro de la cabina de pasajeros de un avión público (en un avión privado que lleven a sus arañas y serpientes favoritas).

​Para subir un perro a un avión sin jaula transportadora se necesita demostrar que el perro ha sido entrenado específicamente para prestar ayuda en alguna discapacidad específica del viajero en cuestión, lo cual debe ser dictaminado por un profesional médico. ​

El problema es que todos sabemos que no debe ser muy difícil conseguir cartas que certifiquen lo anterior.

​Un artículo del New York Times decía que hay psicoterapeutas que emiten esas cartas por 99 dólares e incontables webs en las que se venden los certificados.

​Una cosa son las discapacidades reales en las que un perro entrenado es indispesnable, y otra muy diferente las “necesidades” emocionales de señoras “fufurufas” acostumbradas a hacer lo que les venga en gana, y que si se separan de su mascota una hora, se ponen tristes.

“¿Cómo puedo viajar con mi delfín?”

​Ricardo Elias