Narcodesfile

Lo que el presidente López Obrador dijo cuando le preguntaron acerca del desfile triunfal de integrantes del Cártel de Sinaloa entrando a Chiapas me causó una sensación de frustración e impotencia enorme.

Para empezar, el Presidente llamó a este hecho "presunto desfile", como si hubiesen sido falsos todos los videos que circularon en las redes sociales y que mostraban hombres armados entrando a las poblaciones a bordo de camionetas blindadas y artilladas tipo "monstruo" en medio de gente que los vitoreaba.

Además, calificó toda la información publicada al respecto como "propaganda que los partidarios del conservadurismo están usando para afectarlo".

No, señor Presidente. El afectado con estos hechos no es usted, sino el país y todos los mexicanos que sufrimos las consecuencias de su absurda política de "abrazos, no balazos". La información e imágenes de lo que ocurre en el país, y que de alguna manera le es desfavorable, no son propaganda.

Propaganda es presentar información parcial o sesgada para influir una audiencia. Mostrar videos auténticos, informar la realidad de lo que ocurre es simplemente el derecho humano de acceso a la información, derecho clave para la libertad de pensamiento y opinión de las personas.

Su discurso de que "la violencia no se combate con violencia" no lo hará pasar a la historia como un "humanista", sino como un iluso con delirios de grandeza, como un remedo cómico de Gandhi, quien en un contexto distinto y por razones completamente diferentes veía en la no violencia una forma de lucha más auténtica y efectiva que la simple ley del talión, que acaba multiplicando por dos la maldad.

La India de hace un siglo no es el México de hoy. La lucha pacífica de ciudadanos en contra de la discriminación y la opresión de un gobierno no es lo mismo que la lucha de un gobierno establecido contra delincuentes, narcotraficantes y asesinos que todos los días matan, secuestran y extorsionan impunemente a miles de personas. En este caso el Presidente no es un ciudadano inconforme que lucha contra el Estado; es y representa al Estado mismo, y su inacción incumple con la jurada obligación de respetar y hacer respetar la ley.

Cada vez que ocurre una masacre, cada vez que asesinan a alguien en algún lugar del país, cada vez que los narcotraficantes agreden y retan impunemente al Estado, en lugar de actuar y usar la fuerza pública para mantener el control y el Estado de derecho, lo único que el gobierno hace es "desplegar" elementos de la Guardia Nacional, pero siempre después de los hechos. Nunca antes ni durante. Son expertos en acordonar sitios a posteriori y en organizar faramallas de seguridad con camiones camuflados repletos de soldados armados circulando por las ciudades. Despliegues y movilizaciones militares que no sirven más que para hacer como que hacen, porque al final todo sigue igual.

De este victorioso narcodesfile en Chiapas, que mostró poderío y control territorial por encima del gobierno, el Presidente dijo también que se trató de un hecho único, aislado, pues "no es que el narcotráfico controle otros estados o por completo Chiapas".

Pues no, efectivamente el narco no controla estados por completo, pero es un hecho y con sus declaraciones así lo admite, que controlan parte de ellos.

Las preguntas entonces son: si el narco controla no todo, pero sí una parte del país o, aunque fuese una sola población, ¿no es eso motivo suficiente para que el Estado intervenga y recupere el control? ¿Cuántos estados o municipios necesitan estar al mando de narcotraficantes para considerar a México un narcoestado? ¿Cuántos muertos tiene que haber, cuántas industrias, comercios y ciudadanos debemos pagar derecho de piso, derechos de paso y extorsiones para que se justifique el uso de la fuerza pública?

¿Por qué si es sabido dónde y quién controla municipios enteros, por qué si todo esto es un "secreto a voces", el Estado no actúa en defensa de los ciudadanos, del Estado de derecho y del mismísimo territorio nacional?

Sólo encuentro una respuesta lógica que cuadra con todo: el Estado y el crimen organizado son uno mismo.

"Ver una injusticia genera la obligación moral de actuar para impedirla".

Yo