Opción B

 

Cuando hablamos de los grandes problemas del mundo que tienen que ver con pobreza y corrupción, con pérdida de valores y escrúpulos, con la destrucción del medio ambiente, el consumo de drogas, con la violencia e inseguridad, con guerras, armas químicas y nucleares, etcétera, la pregunta que inevitablemente nos hacemos es ¿qué clase de mundo le estamos dejando a nuestros hijos?

Si esto realmente nos importa, la pregunta debemos formularla al revés, para en lugar de preocuparnos por la clase de mundo que le dejaremos a nuestros hijos, nos preocupemos por la clase de hijos que le dejaremos al mundo.

En lugar de preocuparnos por la situación de México y el mundo en general, ocupémonos en particular de ser y construir mejores personas y mejores ciudadanos, que nadie fuera de nosotros puede cambiar las cosas (ni AMLO, ni Anaya, ni Meade).
Ningún nuevo Mesías vendrá a resolver los problemas que nosotros mismos hemos creado. Esperarlo, o verlo en las promesas de candidatos populistas es una idea irresponsable que nos exculpa de las injusticias y atrocidades que a diario ocurren. (Si la "llegada" del primer Mesías hace dos mil años claramente no resultó como se esperaba, la de un segundo no será mejor).

Hay un excelente eslogan relacionado con la responsabilidad personal que tenemos con el mundo que dice: "Recuerda: No hay Planeta B".

Y así como no hay un "Planeta B" para vivir tampoco hay un "México B". Salvo para los que quieran y puedan emigrar, este país es el único que tenemos, y estamos obligados a ponernos de acuerdo, a convivir, a armonizar nuestra existencia y resolver nuestras diferencias.

Si queremos tener una opción mejor, una Opción B de país y sociedad habrá que construirla nosotros mismos, a partir de cambios de actitud, mejoras en la educación, respeto a las leyes y sobretodo con conductas éticas, materia que ha quedado fuera de la vida cotidiana. Los gobernantes no lo harán por nosotros. Lo más que podemos esperar de ellos, para lo que están, es para facilitarnos las cosas, no estorbar.

No mas justicia en los bueyes del compadre ni leyes aplicadas a todos menos a nosotros. No mas exigencias de orden, respeto y civilidad que nosotros mismos no estamos dispuestos a dar. No mas políticos incapaces que lo único que les interesa de nosotros son nuestros votos.

Ahora bien, visto México desde una perspectiva global e histórica no estamos tan mal. Y aunque aún estamos lejos de vivir en un país justo y estable para todos, los avances que como sociedad hemos tenido son notables.

En los últimos 200 años, lo cual es una fracción mínima de la historia, billones de personas en el mundo estamos mejor alimentadas, limpias, seguras, más saludables e inteligentes que en todas la épocas anteriores. Esto está documentado.

En 1820, el 84% de la población mundial vivía en condiciones de pobreza extrema. Para 1981, ese porcentaje bajó al 44%, y hoy, sólo tres décadas después, esta en menos de 10%. Si esa tendencia continúa, la pobreza extrema podría pronto erradicarse para siempre.

Las cosas no son tan negras como las pintan. El "mundo", y México incluido en él, ha progresado mucho.

Que debiéramos estar mucho mejor, sí, por supuesto. Pero a pesar de la corrupción y de los malos gobernantes que hemos tenido, hemos tenido grandes avances.

El México de hoy no se parece en nada al México de 1800 (el de Benito Juárez que tanto alaba AMLO ) en el que la población rural era del 90%, el 82% era analfabeta, la esperanza de vida era de 34 años y la enorme mayoría de los mexicanos vivía en condiciones de pobreza extrema, hambrientos, sucios, y enfermos.

No es necesario, como algunos proponen, dar marcha atrás con programas y políticas de gobierno que nos regresarían a épocas en las que sin duda estábamos mucho peor que ahora.

Reconozcamos lo bueno que se ha logrado, aunque esto haya sido durante gobiernos pasados con Administraciones corruptas que queremos erradicar, y construyamos juntos la Opción B, ese mejor país y mejor sociedad que todos queremos, a partir de donde estamos y conscientes que la calidad de vida de este único México depende sólo de nosotros y de la clase de hijos que le dejaremos.

"Dato duro: Las probabilidades que Alemania tenía de ganarle a México son las mismas que Morena tiene de ganar las elecciones".