Fotomanía
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Vengan para acá! Acérquense! Júntense más! No salen todos! ¿Cómo le pongo el flash? Salió mal, otra! Cerraste los ojos! Te moviste! Falta fulana! ¡No salió el flash! Ahora con mi cámara! Ahora con la tuya! ¿Oiga señor nos puede tomar una foto? Ahora de arriba, ahora de abajo! Otra más por si no salió!

Fotos, fotos y mas fotos, es lo que ahora se han convertido todos los eventos y reuniones de familia y amigos.

Esta bien tomarse unas fotografías para el recuerdo, pero ¿porqué tantas?  ¿Y si las acaban de tomar porqué se ponen inmediatamente a verlas en la cámara? ¿Acaso se les olvidó el momento memorable pasados unos segundos que necesitan volver a verlo? ¿Necesitan checar si de las 20 fotos que tomaron todas salieron mal para volver a juntar a todos y repetir la escena?

La verdad es que luego se la pasan borrando fotos porque la memoria de su teléfono se llenó con  cientos de fotografías irrelevantes

Cuando las fotografías costaban, cuando los rollos de cámara alcanzaban solo para 24 o 36 fotos y luego había que llevar a revelarlas, elegir el tamaño de la impresión y pagar por cada una, la mesura era obligada.

La saturación de fotografías digitales instantáneas es tal, que obliga a respingar a todas las personas que no nos gusta estar posando y fingiendo sonrisas una y otra vez.

La primera sonrisa es natural, espontánea, la segunda no tanto, pero la tercera y subsecuentes, son simplemente falsas, y en lugar de servir para recordar un momento agradable, se convierten en prueba irrefutable (que luego será usada en nuestra contra) de tener “mal humor”.

Y cómo no vamos ponernos de mal humor, si en el momento que uno está disfrutando un concierto, observando los detalles de una coreografía o una escenografía; cuando uno está pensando frente a un monumento (de piedra o de carne y hueso) o cuando uno está enfrascado en una plática, de repente somos interrumpidos por alguien que nos ordena  movernos para tomar una foto.

Quienes usan su celular mas como cámara que como teléfono, piensan  que si toman una fotgrafía en el clímax de un evento  la voz de su artista favorito o los coros de la multitud quedarán plasmados en ella. No se dan cuenta que lo único que logran es interrumpir emociones. Algo así como un affectus interruptus. 

Y me apena decirlo pero la imperiosa necesidad de tomar fotografías todo el tiempo o cuando las emociones afloran, ésta “fotomanía” se da eminentemente en las mujeres, quienes le invierten al tema una enorme cantidad de tiempo, no solo para tomarlas, sino para posarlas y editarlas.

Debido a que consideran las fotografías como un testimonio imborrable de su belleza o fealdad toman y toman fotos hasta que encuentran según ellas, la mejor, una en la que su sonrisa haya sido la adecuada, o nadie haya salido con una mueca o con los ojos cerrados.

Buscan, el ángulo, mirada o pose que las hace lucir mejor. Y como no pueden correr el riesgo de que alguien se quede con una foto  que las muestre pasadas de peso o demacradas, y sea luego “subida” a las redes sociales, no solo revisan sus propias cámaras, sino las de los demás, para asegurarse de que todas las fotos indeseables sean borradas. 

Saben, aunque no todas lo aceptan, que la belleza o fealdad de una persona, no depende de una fotografía. Saben que las fotografías mienten; que no todas las personas que salen bien en ellas son realmente atractivas, y que las personas nos gustan o disgustan según sean en persona y no según hayan salido en Facebook.

Hay una ruda frase en inglés dirigida a las mujeres que sintentiza esto que digo: “maybe you should eat make up so you can try and be pretty on the inside, bitch”.  Y lo mismo aplicaría para muchos hombres aunque (la mayoría) no se maquillen.

Pero independientemente de las preocupaciones por salir bien en las fotos, o por aparentar ser lo que no se es, el tomar cientos de fotografías en cualquier lugar y en cualquier momento, han convertido el registro de un momento agradable o memorable, en un comportamiento social molesto, en una manía, y yo diría que en algunos casos hasta en una adicción.

“Tomar una fotografía es tener una memoria, tomar cien es tener amnesia” Yo.