Sentimientos de 'copy-paste'
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Cada vez menos personas transmiten ideas y sentimientos propios. Si alguien quiere expresar amistad, cariño y amor, o hasta enviar simples mensajes de felicitación por lo que sea, todo lo resuelven haciendo un "copy-paste" de frases ajenas que "guglearon" o vieron en alguna red social.

Por supuesto que expresar emociones y buenos deseos con textos cursis sobre imágenes de bosques y atardeceres es mejor que nada, pero los sentimientos propios no se "guglean" en Internet, se buscan y encuentran en el corazón y se expresan con palabras propias, aunque éstas no rimen o no sean tan rimbombantes.

Copiar o reenviar textos elaborados por otros es como meterse a los cajones de algún escritor, tomar el mensaje o carta de amor que más nos guste y remitirla, esperando que quien la reciba se estremecerá con ella.

No se necesita ser poeta excelso para emocionar o conmover a un ser querido, lo que se necesita es simplemente dedicar tiempo a cavilar y escribir en lugar de a copiar y pegar.

Pregúntese ¿cuándo fue la última vez que tuvo en su mano una pluma y un papel en blanco frente a usted? ¿Cuándo fue la última vez que pensó y se atrevió a escribir algo original?

Y aun frente a la computadora ¿cuándo fue la última vez que escribió algo desconectado de Internet y conectado solamente a su cerebro?

La soledad mental -entendiendo esto como no tener wifi- es una experiencia valiosa que debemos recuperar, pues obliga a pensar, a ordenar las ideas y los sentimientos, y a externarlos de alguna manera, ya sea con una pluma, con un pincel, con un instrumento musical o con un teclado, y aunque ahora parezca extraño, hasta con la propia voz, ese sonido anquilosado que los humanos todavía somos capaces de producir.

Decir no es lo mismo que repetir. La autenticidad detrás de las palabras se percibe, porque cada uno de nosotros tiene un modo y estilo particular para expresar lo que sentimos y pensamos, una especie de "huella lingüística" o "huella emocional" que dejamos impregnada en las frases que construimos con las palabras que seleccionamos.

Todos podemos sentir lo mismo, pero no todos podemos decir o escribir "Aún cuando te digo que no te amo, te amo". Eso solo Pablo Neruda pudo hacerlo.

No obstante creo que cualquiera con un mínimo esfuerzo intelectual puede encontrar formas más elevadas para expresar su amor a otra persona que con una carita con ojos de corazón, y pensando además que si envían dos caritas la pasión se duplica.

No me malinterpreten, de ninguna manera desprecio las expresiones de amor y amistad enviadas de cualquier forma y por cualquier medio, lo que digo es que nunca será lo mismo recibir mensajes emanados de la mente y el corazón propios, que emanados de Google y las redes sociales.

Reenviar textos ajenos es como usar un mensajero o un intermediario para decir las cosas.

Escribir una idea o mensaje propio requiere además de tiempo y atención, valentía y compromiso para el desnudamiento intelectual y emocional que significa decir honestamente lo que pensamos y sentimos.

La mejor manera de entender lo que significa no tener nada propio que decir y mucho que repetir de otros, es la escena del parque de la película Good Will Hunting (Mente indomable) en la que el psicólogo (Robin Williams) le decía al joven Will (Matt Damon): "Eres solo un niño. No tienes idea de lo que hablas. Es normal. Nunca has salido de Boston. Si te pregunto de arte, me responderás con datos de todos los libros que se han escrito (...) Si te pregunto por la guerra, probablemente citarás algo de Shakespeare, pero no has estado cerca de ninguna; (...) Si te pregunto por el amor, me citarás un soneto, pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable. Eres huérfano, ¿verdad? ¿Crees que sé lo penosa y dura que ha sido tu vida, cómo te sientes y quién eres, porque he leído Oliver Twist? (...) ¿Sabes qué? No puedo aprender nada de ti que no pueda leer en un pinche libro".

He visto esa película decenas de veces, sólo para volver a sentir y confirmar que a pesar de que podamos equivocarnos, a pesar de saber que no todo lo que digamos o hagamos será genial, es preferible ser uno mismo, un imperfecto individuo con opinión propia, a ser un copy-paste de la vida genial de otros.

Los dichos de otros inspiran el pensamiento propio, no lo sustituyen.  Yo