¿Ir a Cuba?
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En la conferencia de prensa de la reciente e histórica visita del Presidente Obama a Cuba el presidente Raúl Castro, visiblemente ofuscado, negó que en su país haya presos políticos, diciéndole al periodista estadounidense que le preguntó al respecto: “¿Qué presos políticos? Dame los nombres”. “Si hay presos políticos, antes de que llegue la noche estarán sueltos”. Para su información, la Fundación Nacional Cubano Americana le entregó 47 nombres y apellidos exigiendo su liberación inmediata.Seguramente ninguno de ellos saldrá libre porque para el régimen castrista todo aquel que con la manifestación de ideas les “alborota el gallinero” como comúnmente se dice, es arrestado por terrorista o “subversivo”, y no por razones políticas como afirman los grupos activistas.

Este episodio de la visita de Obama y lo que los cubanos dijeron respecto del restaurante San Cristóbal, donde Obama y su familia comieron, cuyos precios resultan prohibitivo para generalidad de los cubanos, me recordaron el artículo que hace ya 14 años (como pasa el tiempo) escribí en este mismo espacio, y que entonces titulé “No he querido ir a Cuba”.

Dadas las expectativas de cambio que han comenzado a surgir con el reinicio de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, me pareció pertinente recordar algunas cosas que en ese entonces escribí y que desgraciadamente para los cubanos, aún siguen siendo válidas.

Decía en el susodicho artículo que no he querido ir a Cuba porque para mí hay varias Cubas: Una para los que gobiernan, otra para los turistas y diplomáticos y otra para los Cubanos que no reciben ninguno de los aproximadamente 1,400 millones de dólares que anualmente se envían a la Isla por los exiliados de Miami.

No he querido ir a Cuba porque los alimentos que pueden comprar con la libreta de racionamiento (llamada de abastecimientos) les alcanza solamente para los primeros diez días del mes.

No he querido ir a Cuba porque la gente buena y sencilla ha sido obligada a robar para sobrevivir.

No he querido ir a Cuba porque los simpatizantes del gobierno quieren controlar todo y tienen una leyes penales draconianas.  

No he querido ir a Cuba porque el capitalismo de tercer mundo que ha entrado a la isla, ha producido en sus polos turísticos una cantidad enorme de guapas y jóvenes prostitutas con un buen nivel educativo, y detrás de ellas un submundo de lenones, de casas-hoteles y de bares clandestinos.  

No he querido ir a Cuba porque los Cubanos están buscando soluciones individuales e inmediatas porque no ven una salida como sociedad.

No he querido ir a Cuba porque la mayoría de la población vive sin información, o con información ideológicamente “editada” por el Departamento de Orientación Revolucionaria.

No he querido ir a Cuba porque aunque no hay analfabetismo hay una censura denigrante.

No he querido ir a Cuba porque tengo un especial aprecio por los Cubanos. Porque respeto y admiro su talento, y porque les envidio el humor y la alegría que tienen a pesar de no tener las libertades que nosotros disfrutamos y no valoramos.

No he querido ir a Cuba porque seguramente la persona que me atenderá en un restaurante o en un hotel, viviría meses enteros con toda su familia con lo que como turistas nos gastamos en un día o noche cualquiera. No he querido ir a Cuba porque no puedo disfrutar de lo superfluo cuando a quien me atiende le hace falta lo indispensable.

No he querido ir a Cuba porque me parece inmoral confrontar nuestras banalidades con su supervivencia.

No he querido ir a Cuba a manera de protesta o crítica a su dictadura.

​No he querido ir a Cuba por solidaridad con los amigos cubanos que sí pudieron salir de Cuba, y porque he visto el coraje, las lágrimas y la impotencia que sienten cuando cuentan las historias de su exilio.

No he querido ir a Cuba a pesar de la belleza de sus ciudades, de sus playas, de su arquitectura y de su música, porque me produce angustia, desesperación, y una especie de claustrofobia política pensar que en éstos tiempos un país sea una prisión, y si alguien sale de él, su retorno se garantiza con el bienestar de un ser querido.

Creo que iré a Cuba, el día que vea o sienta que la derrama económica derivada del turismo extranjero se traduce en bienestar para los cubanos y no solo para sus gobernantes.

“Yo soy Fidel Castro y he venido a liberar a Cuba”. Fidel Castro.