Jenga México 2024

Podemos celebrar la llegada de un nuevo año con los clásicos buenos deseos para que éste sea uno lleno de salud y bienestar para todos. Eso está bien, pues en estas fechas en las que el optimismo se exalta, queremos que nuestros sueños se materialicen, que los problemas que tenemos o tuvimos desaparezcan o no se repitan, o si el año que termina fue relativamente bueno, brindamos para que ese estado de dicha y prosperidad se mantenga.

Pero la fiesta de año nuevo y la embriaguez de parabienes termina cuando regresamos a la cruda realidad. Y lo digo no por ser aguafiestas, sino porque no podemos cerrarnos los ojos ante los problemas y retos que enfrentamos en un mundo en guerra, convulsionado por movimientos políticos e ideológicos estridentes, y del que México forma parte con su propia carga de conflictos y amenazas.

Una pregunta que varias personas me han hecho en los últimos días (y que seguramente nos hacemos todos) es: ¿cómo veo el año 2024 que recién comienza?

Lo primero que pienso es que el solo hecho de formular una pregunta así denota preocupación, incertidumbre, temor y desasosiego, así como la necesidad de contar con alguna guía para la toma de decisiones.

Si nos hacemos de oídos sordos o fingimos demencia, el 2024 será un año más en el que cada uno por su cuenta veremos la manera de salir adelante en medio de innumerables problemas no resueltos, de indicadores volátiles y bombas de tiempo que políticos mentirosos, manipuladores, incapaces y sin escrúpulos esconden debajo del tapete para no perder popularidad ni perder elecciones.

Pero si abrimos los ojos y vemos objetivamente la realidad, las mentiras y cinismo con el que la actual administración niega una inocultable corrupción y endeudamiento; si vemos la inviabilidad de las soluciones que el gobierno de la 4T ha planteado para resolver problemas en muchos casos creados por ellos mismos, y cuando las probabilidades de que este mismo gobierno, corrupto, incapaz y antidemocrático continúe por seis años más son bastante altas, la respuesta a la pregunta inicial de ¿cómo veo el año 2024? encierra palabras como: complicado, difícil, incierto, crítico, peligroso, vaya pues, de la... "fregada".

No nos damos cuenta, pero en mi opinión, de la decisión que cada uno de nosotros tome el domingo 2 de junio del 2024, primero de salir o no a votar, y segundo de por quién hacerlo, dependerá el futuro de la siguiente generación. Un día, un voto, para decidir una década. Un día, un voto para salir a flote o hundirnos.

Una decisión individual, que sumada a la de todos cambia el rumbo o nos jala al vacío.

Algunos dirán que estoy exagerando y que la debacle que se pronosticaba con el triunfo de López Obrador no ha ocurrido. Mi respuesta a ello es que efectivamente no ha ocurrido, pero no porque sus políticas públicas, proyectos y decisiones hayan sido en general las correctas, sino porque un país del tamaño y fortaleza de México no se destruye por completo en 6 años, pero no tengo duda de que el rumbo es equivocado y vamos enfilados al desastre.

Para mí el sexenio de la 4T convirtió al país en ese juego llamado Jenga que consiste en ir poco a poco quitando piezas a una torre de bloques de madera, haciéndola progresivamente más inestable.

Si bien el Jenga México aún no se cae, la estructura ha comenzado a tambalearse debido a los repetidos intentos de remoción de piezas clave que sostienen la torre, como son la Suprema Corte de Justicia, el INE y el INAI, entre otras. Quien se atreva a sacar del juego democrático alguna de estas piezas será el responsable, ahora sí, del derrumbe total.

Lo que necesitamos hacer en el 2024 para que el Jenga México no se caiga, no es quitarles peso y presupuesto a los Poderes de la Unión y a las instituciones democráticas que sostienen al país, como la 4T propone, sino al contrario, impedir que sigan empujando piezas hacia afuera, meter de regreso las que retiraron, sustituyéndolas por nuevas y de mejor calidad, y reforzar su cimentación.

Sólo así podremos tener una estructura democrática moderna que nos soporte a todos y sea capaz de resistir movimientos telúricos (políticos-antidemocráticos) que hacen que retiemble en su centro el país.

Y eso, estimados mexicanos, se puede lograr en un día con un voto.

"Dejar que otros decidan es cómodo... o suicida".

Yo